La controversia, argumentos y contra argumentos
Según el filósofo surcoreano Byung Chul Han, la pandemia provocada por el covid 19 hará que el poder mundial se desplace desde Occidente hacia Oriente, específicamente hacia Asia puesto que tanto Europa como Estados Unidos han “tropezado” en el manejo de la pandemia en comparación a China cuyo régimen autocrático de vigilancia digital ha permitido rastrear con mayor efectividad el avance del virus. De esta manera se hace evidente la pérdida de legitimidad que están sufriendo los líderes occidentales a los ojos del mundo. En relación a esto, el autor sostiene que el covid 19 no sustenta a la democracia dado que el miedo que provoca la enfermedad estimula a que los ciudadanos se vuelquen en la búsqueda de un líder todopoderoso y les permite a los gobernantes usar ese miedo a su favor. Para ilustrar esto, Han pone de ejemplo la labor del hungaro Viktor Orban quien, en palabras del autor, “declara el estado de emergencia y lo convierte en una situación normal”. No obstante, las anteriores tesis presentadas podrían encontrarse con ciertas falencias a la hora de contrastarlas con la realidad. En lo que respecta al viraje del poder, ciertamente Oriente representa una amenaza para Occidente pero esto no quiere decir que los países de Occidente hayan fracasado en el manejo de la pandemia en comparación a los países asiáticos. Es posible pensar esto dado que el país que ha sido elegido como el mejor lugar donde vivir la pandemia según Bloomberg, es Nueva Zelanda, que ciertamente no posee la idiosincrasia propia de los países asiáticos. Por otra parte, la declaración de que el covid 19 no sustenta la democracia puede resultar nuevamente falsa al contrastar con la realidad puesto que incluso en países donde las condiciones sanitarias no eran las mejores se estimuló a la población a ser parte de la agenda electoral. Un ejemplo conocido de esto es el caso de Chile cuya población se presentó ante las urnas el pasado 15 y 16 de mayo para votar a quienes serán parte de la Convención que tendrá como principal tarea la redacción de una nueva Constitución.
Nota de opinión: Vivir o sobrevivir en tiempos de pandemia
La aparición del COVID 19 y su persistencia en el tiempo ha suscitado reflexiones sobre las nuevas formas de vivir que habitamos. Sin dudas, el miedo a contraer la enfermedad ha llevado a la sociedad a recluirse de forma parcial o total en sus casas, una cuestión que atenta contra las antiguas concepciones de “vivir en comunidad” Si bien es cierto que existieron ciertos cambios que la sociedad acató de manera unánime para poder sobrellevar este momento ¿hasta qué punto se han dejado de lado aquellas actividades que tanta gratitud nos daban en pos de esta supervivencia? ¿Qué efectos tendrá la adaptación tan abrupta a estas nuevas formas de “vivir” motivadas por el miedo? Hoy estas preguntas, por más incómodas que sean, son necesarias.
Vivir y sobrevivir no son sinónimos. Al estado de supervivencia se lo entiende como un momento excepcional en el que el individuo toma medidas que le aseguran su continuidad frente al peligro. Hoy podemos entender los tiempos de pandemia como un llamado a la supervivencia de la especie que se ve amenazada ante la presencia de un virus desconocido. Pero es curioso que este estado de supervivencia se lo asocie a una lógica de la guerra en situaciones no propiamente bélicas. Incluso hacia el principio de la pandemia, el mismo presidente Alberto Fernandez habló de la aparición del COVID-19 como una guerra contra un “enemigo invisible”. Por lo tanto, se entiende a la aceptación del estado de supervivencia en términos de una “batalla” en tanto quien gana es el que ha sobrevivido; quien ha resistido a los obstáculos que se le han presentado y puede retirarse a descansar, a esperar que su nueva vida empiece.
Es entonces que se hace necesario preguntarnos qué ocurre cuando el estado de supervivencia se extiende hasta tal punto que modifica nuestra propia percepción de lo que es vivir. El filósofo surcoreano Byung Chul Han se ha mostrado preocupado por esta cuestión y nos alarma al decir que “en una sociedad de la supervivencia se pierde todo sentido de la buena vida”. A esta altura es importante señalar que esta concepción de la “buena vida” no trata de enaltecer y disfrazar a la vida cotidiana de los tiempos previos a la pandemia. Pero es imposible negar que esa vida parecía poseer ciertos aspectos irrenunciables; visitar a los abuelos, jugar al fútbol con los amigos, juntarse a tomar mates en la plaza fueron actividades se han tenido que dejar de lado en pos de sobrevivir en estos tiempos. Sin embargo, estos cambios que muchos entienden como “menores” han traído negativas repercusiones psicológicas en los grupos más vulnerables como lo son las personas adultas, los niños, niñas, y jóvenes debido a la persistencia del estado de supervivencia y su correlación con la lógica del miedo en tiempos de “guerra”.. En cuanto a los jóvenes, un estudio sobre los efectos psicológicos de la pandemia COVID-19 en la población general de Argentina publicado por la Facultad de Ciencias Médicas de la UNC demuestra que “... el ánimo depresivo y el incremento en el consumo de alcohol fueron más frecuentes en los más jóvenes”. Por su parte, UNICEF elaboró un estudio sobre los efectos en la salud mental de niños, niñas y adolescentes por el COVID 19 que constó de tres mediciones entre agosto de 2020 y febrero de 2021 para dar cuenta de los diversos momentos de la pandemia y su repercusión en la salud mental. De esta manera los investigadores de UNICEF encontraron que en la segunda medición:
“...se observó una profundización de diversos malestares subjetivos: aproximadamente la mitad de las niñas y los niños se angustiaban fácilmente o lloraban mucho, se enojaban más que antes, estaban irritables, ansiosas o ansiosos y/o tenían altibajos emocionales. También, algunas y algunos manifestaban cambios o trastornos en la alimentación y/o el sueño.” (UNICEF, 2021, pág. 15)
Si se deja de lado la ridícula idea de la posibilidad de un discurso “anti cuarentena”, podremos entender de manera crítica la situación que como sociedad estamos atravesando. La resignación a las viejas formas de vivir no ha sido gratis. Por el contrario, retomando los dichos Han, “la histeria de la supervivencia hace que la sociedad sea tan inhumana”. La posibilidad de encontrarnos en una coyuntura gobernada por el miedo solo hace posible que la lógica de la “guerra” posea cierta legitimidad entre los pares. Pero esta lógica no está desprovista de sinsabores, como lo son los efectos en la salud mental de la población. Solo cuando este periodo de supervivencia termine comprenderemos con cierta nostalgia cuánto tiempo de vida hemos perdido.
Fuentes:
https://revistas.unc.edu.ar/index.php/med/article/view/28561 https://www.unicef.org/argentina/media/11051/file/Estudio%20sobre%20los%20efectos%20en%20la%20salud%20mental%20de%20ni%C3%B1as,%20ni%C3%B1os%20y%20adolescentes%20por%20COVID-19.pdf
Comentarios
Publicar un comentario