Todos alguna vez fuimos el Monje.
De acuerdo al video del Monje- ayuda escritorio que fue subido esta semana al blog es que me pongo a pensar que todos alguna vez fuimos o seremos el Monje y eso no debe asustarnos ni mucho menos humillarnos. La exaltación de la ignorancia es indispensable, o por lo menos así lo pienso, para el aprendizaje. Es entonces que junto a la condición de ignorante se afilia la curiosidad que le permite al Monje embarcarse en el descubrimiento de la novedad. En esta ocasión, la novedad reviste la forma de un libro, pero el concepto puede abstraerse y luego concretarse en diferentes objetos.
En lo personal, recuerdo tener la misma mirada de confusión que tiene el Monje cuando de chica veía como la videocasetera de mi casa absorbía el casete hasta hacerlo desaparecer. A veces tenía miedo de que el casete se quedara atrapado dentro de la maquina y no pudiésemos regresarlo al videoclub. No nos van a dejar alquilar nunca más, pensaba. Pero mis miedos fueron disipados por mi mamá que me enseñó que existía un botón que hacía expulsar el casete. Entonces ya podía sentarme en el sillón a comer pochoclos salados y mirar la película tranquila.
Hoy pienso que algún día mi mamá se convertirá en el Monje y yo en la ayuda escritorio. Y de vuelta yo seré el Monje y ella la ayuda escritorio. Capaz cada una a su manera sea aprendiz y maestra a lo largo de la vida. Ignorante y sabia.
Capaz el Monje también puede enseñar con su ignorancia.
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