Presentación


 

Soy Martina Dubini, tengo veinte años y soy ingresante en la carrera de Ciencias de la Comunicación. La carrera se me presentó hace bastante tiempo. Fue en el secundario, donde uno de esos profesores que parece que no tienen nada más que aportar que una curricula un tanto pobre de contenido y sin ninguna trascendencia para un adolescente, se me presentó la idea de conocer el mundo a través de notas de opinión. Pero ¿ y de dónde venían esas palabras? De cualquier parte del mundo ¿Sobre qué escribían? Sobre lo que escapaba de las pantallas. En ese momento me fascine con la idea, quise convertirme en una voz que cuenta no sólo lo que se quiere escuchar, sino lo que también incomoda o se desconoce. 

Periodismo, Letras y hasta Relaciones Internacionales pasaron por mi cabeza en algún momento, pero más allá de las dudas y de algunos comentarios poco motivadores (porque siempre los hay) fue que elegí la carrera que sentí que podía darme no solo herramientas para poder enunciar mi voz sino para construirla desde las distintas disciplinas de las ciencias sociales.

La escritura siempre ha sido un acervo de voces silenciosas que se hablan las unas a las otras. Con ella tengo una relación bastante cercana desde hace ya unos meses, la cuarentena provocada por la crisis sanitaria del COVID-19  me dio el espacio y el tiempo que hasta entonces no tenía y comencé un taller de escritura creativa en el que sigo hasta el día de hoy. Con esto no quiero decir que antes de entrar en el taller no escribía, todo lo contrario, la escritura ha sido una gran compañera desde mi infancia, pero no con la dedicación que hoy en día tengo. 

Y con lectura me ocurrió algo similar, de muy chica leía esporádicamente, luego en la preadolescencia me devoraba novelas fantásticas que me dejaban llena por solo por un día o dos. Pero hubo un momento en que hubo un quiebre entre la literatura juvenil que entonces leía y la literatura de ficción y no ficción que hoy disfruto.  Ese quiebre se llamó Fahrenheit 451. Desde ese momento los libros empezaron a hacerse una pila sobre mi escritorio. Por esa Torre de Babel pasaron desde Saramago con su Ensayo para la ceguera hasta Suite Francesa de Irene Nemirovky. Hoy los ladrillos tienen los nombres de Virginia Woolf, Mariana Enriquez y Byung- Chul Han. 

Sigo en ese proceso de construcción de mi voz; manteniendo lo propio pero nunca dejando de estar en  movimiento. Supongo que es así que se sale de la jaula. Y tengo la sensación de que este taller tendrá una gran participación en este proceso personal, o por lo menos eso me gustaría. 

Comentarios

  1. Hola Martina, antes que nada quiero decir que me fascino el nombre del blog y la foto, son muy originales. Me alegra que hayas dejado pasar aquellos comentarios que no sumaban y que te hayas enfocado en lo que realmente te gusta y apasiona. Que formes parte de un taller de escritura es algo hermoso, es una herramienta para que puedas extender tus habilidades aún más.
    Espero y deseo que todos podamos salir de la jaula y nos nutramos de saberes en el proceso.

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  2. El texto transmite la parte emocional de lo vivido por Pablo, dejando de lado el detalle de narrar sólo los hechos. Se puede ver a un Pablo, que a través de sus poesías mantiene viva las palabras y sueños de sus añorados amigos y sobre todo de su añorado amor. Felicitaciones Martins

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